Tango | |||||||||||||
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*JORGE ARTURO BURBRIDGE, mi padre, nació en La Plata el 2 de junio de 1913, a pesar de que su familia habitaba en la ciudad de Lobos lugar donde creció y permaneció hasta su edad adulta. Le gustaba decir que era "más criollo que el zapallo" y la tercera generación de argentinos de su familia paterna, arribada a Buenos Aires durante la construcción de la Catedral y vecina del Parque Lezama, donde en 1840 nació su abuelo. Luego vendría el traslado a Lobos, la fundación por parte de su abuelo, su tío y otros vecinos del Lobos Athletic Club -germen futbolísitco del posterior famoso Alumni. A los 18 años, en 1931, mi padre consiguió empleo en Buenos Aires, trasladándose solo a vivir en una pensión en la avenida Santa Fe, esquina Talcahuano. Esta circunstancia le permitió recorrer la noche tanguera sin más límites que los de su voluntad e impregnarse de esa magia milonguera que nunca lo abandonaría y que haría que, muchos años después, en larguísimas "tenidas" musicales con su amigo pianista Luis Alberto Piñeyro, a oscuras, lloraran ambos como dos purretes al compás de los discos de Troilo, Fiorentino, Angel Vargas, Rufino, Goyeneche, la Negra Berón y tantos otros… |
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A pesar de radicarse en Buenos Aires definitivamente, siempre volvía a sus pagos, pues la familia y la amistad eran bienes preciados que nunca descuidaría. Trabajó durante 30 años en el Banco Hipotecario Nacional, dibujó a sus compañeros de oficina en infinitas caricaturas llenas de gracia que ellos coleccionaban y enmarcaban para exhibirlas orgullosos en sus hogares. Escribió, sin cansarse, poesía, relatos de su pueblo chico, historias de personajes inolvidables, semblanzas de familia, letras de tango... (la de "Amar hasta morir", cuyo video/audio figura en esta página con su cuñado, el pianista Nino Fassa). Su afán perfeccionista hacía que pasara días, y noches, buscando la palabra justa y, aún cuando parecía una exageración, al hallarla y comparar, demostraba que, efectivamente, era esa y no otra la palabra precisa. |
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Su modestia hizo que sólo disfrutaran de sus habilidades naturales quienes lo conocieron íntimamente, ya que nunca buscó difusión ni le dio a su obra más importancia que la de su propio gozo interior o la del regalo amistoso. En el verano de 1991, tras algunos días de infructuosos intentos
por dibujar sus caricaturas y darse cuenta de que tampoco podía
estructurar sus ideas para redactar como lo hacía hasta unos meses
antes, llegó a la conclusión de que no tenía metas
pendientes pues había alcanzado todas las deseadas y que, en esas
condiciones, no tenía sentido seguir. Se murió tranquilamente,
como si hubiera apagado la radio al comenzar una audición
que no le interesaba escuchar… ----------------------------------------------- --------------------------------Viviana Burbridge |
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